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sábado, 26 de septiembre de 2009

De una parte de mi vida en tren - Reflexión



!Buenos días!

Suena el despertador - bueno - mi móvil (cómo cambia el cuento...), me afeito, una ducha rápida, me visto para la ocasión y paso al desayuno, me dirijo al garaje a por el coche y por carretera hacia la estación de ferrocarril, escuchando las noticias de la mañana por radio. Prefiero este medio y las noticias, a estas horas de la mañana, la música para otros momentos.

Esta es una típica mañana de otras tantas desde hace 15 años, afortunadamente diría, con la que está cayendo...

Ya he podido saludar a algunos compañeros de viaje en el andén y antes que ellos al empleado de ventanilla y jefe de estación, a estas horas de la mañana con circulación en plena actividad hacia Castellón y Valencia. Se trata de los trenes de cercanías en dirección a ambas ciudades.

!Buenos días, por tanto, a miles y a millones de madrugadores que como yo y por todo el mundo son usuarios de los trenes que les acercan a sus actividades diarias y que como yo siguen, más o menos este patrón!

Ya estamos subidos en nuestro vagón y desde nuestro asiento y hasta nuestro destino transcurre un compás de tiempo mas o menos largo en función del acceso al tren en la estación correspondiente y/o la actitud que adoptemos como viajeros pues ni estamos en nuestras casas ni hemos llegado a nuestros trabajos.
Es un tiempo para aprovechar o no o simplemente dejarse llevar (y nunca mejor dicho). No hablo de disfrutar del viaje porque ese concepto es otro bien distinto aún cuando es justo reconocer que tampoco se hace ingrato.

Nuestras vidas transcurren paralelas a un viaje en tren que nos transporta a nuestro destino. Esta rutina la hace diferente a otras muchas pues se tiene la oportunidad de conocer a mucha gente y tiempo para compartirlo. Limitados como estamos por el espacio físico del tren quizás hay más cercanía y calidez en los encuentros (aunque hay otros que no se producen como la vida misma).

Puede ser un tiempo enriquecedor si lo compartimos.

Pasamos de ser desconocidos a conocidos y ya como amigos (algunos) incluso confidentes de nuestras vidas.
Como ocurre en la vida fuera del tren las personas nos juntamos por grupos y éstos se hacen más grandes o no pero aislados de otros a su vez.
Hemos organizado varios almuerzos a pesar de la dificultad de juntarnos por horarios y agendas de trabajo pero se ha conseguido y disfrutado juntos de momentos de complicidad.

La vida no es diferente dentro de un tren sólo tiene sus matices.

En este período de tiempo importante he conocido y conozco a muchas personas y de diversa profesión: Fuerzas y Cuerpos de seguridad del Estado, Profesores de Instituto, de Universidad, de Escuela, Empleados de Banca y Cajas de Ahorros, Militares, Funcionarios, Empleados de Gestorías, de Notaría, de Inmobiliarias, Abogados, del Puerto y Aeropuerto, Periodistas, Ingenieros, Ferroviarios, Taxistas, Estudiantes, hasta empleados de Compañías Aseguradoras como yo...

Esta dinámica de vida, llena de situaciones y anécdotas, generan inquietudes en nuestros desplazamientos que inevitablemente condicionan nuestras vidas ya que hemos tenido que adaptarnos al cambio que supone y evolucionar rápidamente; los tiempos así lo demandan. Estamos desplazados de casa y fuera de ella prácticamente todo el día y esto une bastante a las personas.

Así pues he conocido como a algunos de mis compañeros de viaje los han trasladado de oficina, incluso de provincia, cómo la aluminosis de un edificio importante de finanzas ha provocado la dispersión necesaria de sus empleados a otras oficinas hasta la finalización de su nueva sede y desde este suceso no hemos vuelto a verlos..., prejubilaciones, jubilaciones, fusiones y compras entre Cías Aseguradoras, Bancos y Cajas, despidos, embarazos, nacimientos y bodas, convivencias y separaciones y por desgracia algún desmayo y enfermedades e incluso el fallecimiento de una buena persona.

Todo esto y muchas mas cosas van sucediendo mientras el tren nos desplaza en nuestros encuentros en el mismo vagón - para coincidir - y vernos para conversar o simplemente descansar de una dura jornada, de regreso a nuestras vidas fuera del tren..., hasta que nos volvamos a ver un nuevo día.


Dedicado con cariño para todos mis compañeros de viaje. 

Un beso para ellas y un abrazo para ellos.

lunes, 1 de junio de 2009

De la cultura del esfuerzo contra la cultura de la satisfacción - Reflexión



Esfuerzo contra satisfacción..., delirante planteamiento en apariencia y quizá lo sea pero no tanto si analizamos un tipo de cultura y otra, enfrentadas en nuestra actual sociedad de consumo y materialista.

Estamos viviendo desde hace muchos años ya, un ignorante silencio, hacia los valores que representan el esfuerzo y el mérito en el trabajo y/o estudio - sea cual fuera - y no se valoran porque no se han adquirido o peor aún, se han ido perdiendo, difuminándose..., por lo tanto no se muestran..., tan deteriorada está nuestra sociedad, tan frágil y quebradiza que no se le da la importancia debida.

La cultura del esfuerzo diario (moderación) y que cotidianamente se desarrolla está enfrentada, lamentablemente en ésta nuestra sociedad, contra la cultura de la satisfacción (quiero algo y tiene que ser ya) vacía y egoísta.

Y aquí tiene cabida uno de los problemas mas acuciantes y penosos en nuestros días, el endeudamiento. El excesivo endeudamiento que no se ha ponderado con la suficiente sensatez para evitarlo, debido exclusivamente a esta cultura de satisfacción que se ha impuesto como un estandarte a modo de falso status que tiene atrapada, para muchos años, a una inmensa mayoría.

El progreso y la prosperidad son objetivos a alcanzar en una sociedad desarrollada pero no a cualquier precio, y por supuesto nunca a costa de la felicidad de sus individuos, movidos por cantos de sirenas en pos de conseguir el modelo de triunfador (desafortunada y molesta etiqueta importada por las series de cine y televisión, allende los mares) y que les ha llevado a una situación tan compleja de solucionar.
Este endeudamiento les impide disfrutar plenamente de la vida, pues su inmediatez en sus ansias de satisfacción han sido grandes, tanto como sus deudas.

Con la cultura del esfuerzo no se caen en estos engaños pues prima la moderación y se calculan los riesgos que nos conducirán a una situación controlada dentro de nuestras posibilidades.

Se nos muestra a través de los medios de comunicación como impera la satisfacción frente al esfuerzo, para nada se puede leer ni ver que se valoren la constancia, el trabajo y el esfuerzo que se necesitan para seguir adelante, cada uno en nuestro cometido. Se visualiza la satisfacción inmediata, "olvidándose" de la cultura del esfuerzo que uno u otro habrán realizado para que se alcance aquella.

La diferencia estriba en que ese preliminar fundamental y necesario no se hace visible porque no interesa y ésto es así por la dinámica que se nos impone y que si no nos detenemos a observarla con cierta perspectiva nos terminará por anular completamente.

Es muy satisfactorio que después de nuestro trabajo, esfuerzo, tiempo y dedicación se pueda alcanzar aquello que queremos, pero a su lógico y debido tiempo.

La fruta se come madura y no verde.

La impaciencia por tener, por poseer rápidamente no fragua carácter alguno, al contrario genera fragilidad e insatisfacción pues una vez alcanzado y rápido, se deja de valorar hasta la próxima etapa y así sucesivamente; genera una suerte de individuo egoísta, insolidario y nada comprensivo hacia el resto que tiene esa cultura de la paciencia y trabajo que culminarán - con mas posibilidades de satisfacción y mas consolidada, si cabe - pues se valoran más las cosas precisamente porque han costado de conseguir.

Y así ha sido para el que suscribe que cree valorar lo que tiene precisamente porque le ha costado de conseguir, afortunadamente, añadiría.