El terremoto que ha azotado Haití, el pasado 12 de Enero, se ha convertido en una catástrofe humanitaria.
Los datos son espeluznantes: El equivalente a cerca de 30 mil kilotones de TNT, o a la potencia de una bomba de 30 megatones, con una superficialidad mínima en su epicentro y con una magnitud 7,0 en la escala de Richter, en menos de un minuto, devastó la capital - Puerto Príncipe - afectando a más de 3 millones de personas. El número de muertos está entre 100 mil y 200 mil, se han destruido las infraestructuras que existían y la situación actual es de emergencia máxima en todos los aspectos posibles.
Cuando estudiábamos y se mencionaba en los libros la palabra ONU, siempre se le identificaba a una gran organización, que lo es, pues se trata nada más y nada menos que de una asociación de gobiernos global, pero en Haití ha fracaso estrepitosamente en su misión de repartir ayuda a los damnificados y de garantizar la seguridad.
Ante esta carencia no cabe negar la mayor y quien ha acertado en su rápida intervención ha sido EEUU y en esta ocasión es de justicia reconocerlo. La población recibe a los estadounidenses y permítanme la licencia, como agua de mayo. Ya hace días que han empezado a proteger la entrega de agua y alimentos que de otra forma no llegarían ante el saqueo y bandidaje de mafias que se aprovechan de la situación. Haití no tiene capacidad para recomponer esta situación.
La magnitud de la tragedia requería actuar y no criticar, decidir y no dudar. Los damnificados no se pueden permitir el lujo de que algunos políticos se disputen el protagonismo ante la situación caótica en que se han convertido las calles, cabe la unión del esfuerzo conjunto para sumar y no para restar.
Desafortunadas declaraciones como las del ministro francés de Cooperación, Alain Joyandet, que sugería que la intervención de EEUU, era más propia de una ocupación, le hacen un flaco favor a Francia que debería asumir sus responsabilidades como antigua metrópoli colonial que fue.
Y quien también ha perdido una excelente oportunidad de coordinar y liderar a Europa ante esta crisis humanitaria ha sido España, como presidencia de turno de la UE. Quizás porque sea una tarea que requiera cierto liderazgo.
Sea como fuera a la fecha hay bastantes tropas y de varios paises que tienen por delante una ardua tarea de apoyo que junto a la Cruz Roja y distintas organizaciones humanitarias ayudarán a su reconstrucción. La cuestión es saber que va a ser de Haití después de este desastre y que país va a ser capaz de asumirlo como protectorado hasta que sea capaz de continuar por sí solo.
La UE es una hegemonía económica pero dista mucho de serlo políticamente, existen muchas discrepancias entre sus miembros, excepto en el eje franco-alemán, para que sea capaz de asumir hitos históricos como el que nos ocupa.
Esta no capacidad despeja las dudas para conocer el país que asumirá este reto.
Pues eso...
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